Mar adentro
Me meto mar adentro y me descubro a mí misma. Descubro una mujer hecha añicos al borde de un precipicio que ni ella misma creía que existía. Conozco a alguien, aparentemente soy yo, y creeme, que me miro y no reconozco ese cuerpo hecho lienzo por las cicatrices. ¿Quién te hizo eso? Una pregunta, y ninguna respuesta; ya que la única causante de todo aquello, era yo. Lienzo divino sin ningún remedio, ya que las cicatrices eran tan profundas, que ni el mejor curandero tenía remedio. Y sí, así era ella, o bueno, mejor dicho, así era yo. Un mar sin remedio, sin rumbo, con corrientes en mil direcciones, acompañada de algún que otro huracán y con un revoltijo de sentimientos y adicciones.